viernes, 23 de octubre de 2009

La roca del jardín

Hace unos días conocí a alguien. Era una roca muy interesante, era la más dura y sólida que había visto en el jardín de atrás. Servía a los demás habitantes del jardín para muchas cosas, era el más grande apoyo. Servía a los animales para posarse y descansar, servía a las raíces para sostenerse, servía a la tierra en el proceso de filtración del agua, etc. Pero una noche, no tuve sueño, salí al jardín un rato, y mientras veía cómo todos en el jardín dormían y sólo me acompañaban las estrellas y el agua de la fuente, escuché un murmullo. Era una especie de huevo blando conversando con las gotas de agua que caían fuera de la fuente, al suelo. Puse más atención, su diálogo era sobre la muerte definitiva y la muerte de cada noche. El huevo blando le decía a las gotas que se extinguían en el suelo, que se debían alegrar de haber sido las mismas toda su vida, igual de transparentes, igual de líquidas, iguales entre ellas, e iguales para con los demás. La gota más grande le contestó: "roca, no tienes de qué avergonzarte, ni de qué sentirte triste, tu no morirás como nosotras al caer al suelo, pues eres dura y no te evaporas." El lánguido huevo no era más que la fuerte y sólida roca de la que había hablado antes. Al parecer las gotitas morían al separarse del resto de sus semejantes, pierden la fuerza que les da la cohesión, y desaparecen. Lo impactante era que la roca no estaba como siempre, lucía débil y pálida, tan frágil, casi podía sentir su extinción.
Poco antes de que la gota grande muriera, una gota mediana cayó junto a ella, se unieron en cuanto se sintieron cerca, y tomaron más fuerza, unidas como una sola, siguieron hablando con la roca, le dijeron que aprovechara su condición, que los demás habitantes del jardín lo aceptarían gustosos. Se referían al secreto de la roca; cuando hay luz y todos juegan y ríen, o cuando hay poca luz pero aún es de día y alguien por alguna razón necesita de ella, la roca siempre está ahí, fuerte y sólida para servir de apoyo. Pero de noche, cuando nadie parece necesitarla, se vuelve delicada y frágil, una tachuela sería su fin. El consejo de la gota de agua era que mostrara a los demás su apariencia nocturna, y pidiera aceptación y ayuda cuando fuera necesaria. La roca se negaba, pues se avergonzaba de tener que ser la frágil en las noches, cuando por muchos días había sido la más fuerte.
Poco después, la roca decidió mostrarse débil, como lo decía la gota. El resto de habitantes del jardín se quedaron impávidos. La roca se dio cuenta que las cosas no saldrían como ella esperó. El resto de gotas de la fuente estaban emocionadas y aplaudieron, pero las raíces, los animales y demás habitantes que alguna vez se apoyaron en la roca, todos los que la creían fuerte en extremo, le dieron la espalda, no querían saber más de ella. Sentían que si no era la roca fuerte que conocieron, no tenía sentido que fuera una roca, no la encontraban atractiva. La roca decidió entonces, lanzarse al interior de la fuente. Las gotas de agua la apreciarían como´se debe. Desde entonces no he vuelto a ver que las plantas y los animales tengan algo que les sirva de apoyo, ahora deben descansar en el suelo, sin nadie que los aliente.

viernes, 16 de octubre de 2009

El mal de los solos


Un buen dia recibí una llamada, se me dio una buena noticia, no excelente como había estado esperando por semanas, pero como sea ese fue mi día. Los días grises pasaron de moda en mi casa, en la escuela, con los amigos, en todos lados todo era mejor para mi. Hasta que la gente a mi alrededor empezó a contagiarse con el mal de los solos. Este mal se caracteriza por mal humor, indisponibilidad de hacer las cosas, irracionalidad, falta de coherencia en la relación ideas-acciones, tristeza, inconformidad, y cualquier cosa negativa que hace que una persona pierda el toque espcial.

No sabía qué hacer al respecto. Sólo una persona me entendía, fuimos las únicas dos sobrevivientes en medio de la epidemia. Cada día descubríamos los síntomas de ese mal en más y más personas, y hasta nos hacía gracia pensar que no nos afectaba. Mi secreto, era que me volví inmune un par de meses antes, pues fui contagiada mucho antes que los demás. A lo mejor no antes, pero me curé más rápido. El problema con intentar ayudar a los demás era que ellos no tenían problemas reales. Sus problemas habían sido creados por ellos mismos y se negaban a resolverlos. Lo más sencillo sería que cada quien arreglara su problema, pero todos se empeñaban en culpar a otros de sus actos, y muchas veces decían que ya no era un problema porque no les interesaba en absoluto. Todos mentían. Lo más sano sería dejarlos morir. Pero siendo dos almas sanas, mi compañera y yo no podíamos dejar así al mundo, teníamos que intentar algo.

La estrategia se basa en diferentes cosas dependiendo de la gravedad del mal. A algunos se les puede curar con un abrazo tan fuerte que haga presión para que la sangre circule mejor llevando a todo el cuerpo la debidas endorfinas; a otros hay que confrontarlos, hacer como si fuéramos espejos para que puedan ver su reflejo, cuando quedan horrorizados por lo que ven se avanza al siguiente paso; y a algunos otros tan sólo hay que escucharlos y hablarles del universo, éstos últimos muchas veces saben entender el mensaje, porque desean ser ayudados. Cuando logran entenderlo se curan antes que los de otros perfiles.


Aún con las estrategias hechas y comprobadas, creo que si la gente entendiera a golpes, sería mucho más sencillo. Podría ir a casa de alguien, golpearlo un poco para que entienda que él puede resolver su problema y ser súmamente feliz, y el problema quedaría en el olvido!! Pero desgraciadamente la gente no puede ser corregida, cada quien tiene que madurar y autocorregirse.

viernes, 28 de agosto de 2009

libertad

Una vez tuve un pajarito, lo amaba más que a mí misma. Cada día despertaba con su canto alegre, cantaba para mi, para verme. Un día se me acercó tanto que lo acaricié, a ambos nos gustó ese contacto, así que cada día no sólo cantaba para mi, también entraba por mi ventana, dejando atrás el bosque, los árboles, las flores, otros pájaros, las ramas... y parecía que era el ser vivo más feliz del mundo, aún más feliz de lo que yo era teniéndolo a mi lado. Me hacía feliz sólo ver que vivía para mi.
Pero poco a poco se fue cansando, mientras yo esperaba ansiosa que entrara por la ventana y pasara el día conmigo, él se quedaba admirando el horizonte, las flores, escuchando el viento entre las ramas, y después de un rato entraba por la ventana, cantaba un poco y se ponía inquieto, como aburrido. Después dejó de ir a mi ventana todos los días y cuando iba a veces sólo se quedaba en el marco, ya no entraba a mi regazo. No sabía qué hacer, eso me ponía muy triste. A veces pasaban semanas sin que entrara a mi habitación. Poco después mi vida se fue volviendo insípida, pues no tenía lo que más me alegraba los minutos. Cuando el pajarito quiso entrar de nuevo y posarse en mi regazo, yo estaba enmohecida, mis manos inmóviles y la mirada triste y fría, había sentido mucho dolor al ver que ya no era lo primero que él buscaba en la mañana. Él no entendió ese dolor y decidió dejarme sola por un tiempo. él siguió cantando de rama en rama, viendo las flores, escuchando el viento y tal vez hasta cantando en otras ventanas. Nunca lo sabré, la tristeza mató mis ganas de salir con él al bosque a ver las flores y escuchar su canto. De vez en cuando mis ojos lloran, mi mente se llena de recuerdos maravillosos y el corazón se estremece. Algunos días, él se acerca de nuevo a mi ventana, y por dentro qusiera que entrara a posarse en mi regazo, pero sé que es más feliz volando de rama en rama, así que sólo le sonrío amablemente y dirijo la mirada al horizonte.

lunes, 24 de agosto de 2009

¿ No es hermoso tener algo a lo que resulta genial aferrarse? Yo tengo algo. A veces parece que sólo me tengo a mi misma, y eso basta, sin embargo quiero algo más. Tengo un grano de esperanza. Me aferraré a él y seguiré mi vida. Necesito mucha paciencia, y es de las cosas que sólo pueden salir de uno mismo, como la paz y la felicidad, por lo que simplemente lo seré. Hay momentos difíciles en los que parece que nada consuela, pero creo firmemente que este granito de esperanza es la diferencia entre todo y nada, de él pueden salir mil opciones, todo depende del cuidado que se tenga. Un día las cosas serán incluso mejores de lo que yo deseo que sean, no tengo dudas de ello. Cuando se es paciente, nunca se hace tarde, puedo esperar por siempre, la simple vida ya habrá sido una aventura.

domingo, 23 de agosto de 2009

Momentos del día


Los momentos que hacen que una hora o unos minutos se vuelvan placenteros en mi día suelen ser cuando despierto llena de energía o de pereza, pero de buen humor. También cuando tomo café en la mañana, más tarde la ducha, después el momento de ver a mis amigos, y finalmente el momento en que muero de sueño y caigo en un estado de paz tendida en mi cama. Esto hace que las horas pasen desapercibidas, o que sean discretas, pues entre tantos deberes dentro y fuera de casa, aproximadamente cada 3 horas uno de estos sucesos ocurre y hace que las horas anteriores parezcan ligeras y que las futuras se vean atractivas. Pero hay cierto tipo de acontecimiento que ocurre indefinidamente, de forma inusitada... como las llamadas que hacen que el ritmo cardiaco se acelere, que las pupilas se dilaten y que los labios sonrían (soríe el cuerpo entero, de hecho). Este tipo de sucesos ocurren cuando uno menos y más lo espera, pero siempre son bienvenidos, sin importar la hora, la situación, el estado del tiempo, etc. Estos momentos son los más memorables de cada día, pues son capaces de darme felicidad por horas y horas, son como una descarga de energía. Unos minutos reponen y restauran horas y a veces incluso días.